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Hambre Emocional

10 de febrero de 2020
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Hambre Emocional

La alimentación no se limita a ser una forma de necesidad de supervivencia del organismo o a la ingestión de nutrientes. Es mucho más que eso. Es un acto social, una forma de convivir con los amigos o en reuniones de trabajo, una fuente de placer y satisfacción para nuestros sentidos e incluso una forma de alivio y consuelo para nuestras emociones.

Es aquí cuando aparece la llamada hambre emocional, que está muy asociada a comportamientos descontrolados que afectan nuestra rutina alimenticia.

La primera cosa que debemos tener en cuenta es la diferencia entre los conceptos “hambre emocional” y “hambre física”.

El hambre física se refiere a la necesidad fisiológica de ingerir alimento, es decir, el cuerpo necesita combustible para cumplir con sus funciones más básicas y envía una señal de alerta. Esta hambre ocurre en momentos específicos del día y casi nunca surge en momentos aleatorios.

El hambre emocional es, a su vez, el deseo de ingerir alimentos incluso cuando no existe una necesidad real para el cuerpo. De cara a determinadas situaciones emocionales (como estrés, angustia, ansiedad…), el alimento puede convertirse en un sustituto para el “equilibrio emocional”. Es este comportamiento el que nos puede llevar a comer compulsivamente.

Es fácil entender que la ingestión de alimentos está influenciada por muchos factores. Entre ellos destacan factores individuales como la capacidad para gestionar el estrés y los conflictos, la capacidad de regulación emocional y el significado emocional atribuido a la comida, algo que va siendo adquirido a lo largo de los años.

Estos factores son a los que se les debe prestar atención cuando se hace necesario tratar la compulsión alimenticia involuntaria que dicta nuestra gestión alimenticia.

Aquí dejamos algunas estrategias que os ayudarán a evitar este comportamiento tan perjudicial para la salud.

Estrategias para combatir el hambre emocional:

  1. Presta atención a la razón que te hace comer de forma compulsiva

Es esencial identificar el origen del estrés que hace que utilices la alimentación como un mecanismo de consuelo. Al reconocer la causa, conseguirás encontrar una solución más fácilmente. Puede ser, por ejemplo, que sientas más estrés porque tienes mucho trabajo entre manos. Entonces quizás debas revisar tus estrategias de gestión del trabajo y el tiempo, de manera que consigas tener más tiempo para ti y así poder sentirte más feliz.

  1. Actividades compensatorias

Cuando anticipas o te encuentras ante un episodio de hambre emocional, procura desviar tu mente de los pensamientos de búsqueda de comida. Mantente ocupada con alguna tarea o actividad, como por ejemplo dar un paseo, llamar a un amigo, leer un libro, hacer ejercicio, ver una comedia o cualquier otra actividad placentera.

  1. Compras conscientes

Antes de hacer la compra, haz previamente una lista, con calma, de todos los alimentos permitidos en el programa. De igual forma, evita ir de compras cuando te sientas irritado, estresado o deprimido, para evitar que estas emociones desencadenen en la compra de alimentos de consuelo.

  1. Haz ejercicio físico con regularidad

La práctica de ejercicio físico promueve el aumento de los niveles sanguíneos de serotonina, un neurotransmisor que estimula una sensación de felicidad y bienestar. Por eso, practicar una actividad que te guste y que esté dentro de tus capacidades puede ser una forma de combatir el estrés y que, como la comida, te aportará una sensación de bienestar.

Piensa también en introducir ejercicios de relajación. La meditación y el yoga pueden ayudarte a gestionar mejor el estrés y las preocupaciones de la vida diaria.

  1. Sueño tranquilo

Procura descansar por la noche y respeta las horas de sueño que tu organismo necesita, ya que el cansancio y la fatiga potencian la adopción de comportamientos alimenticios desregulados.

  1. Cuida de tu alimentación

¡Vuelve la alimentación saludable en un estilo de vida! Sigue las orientaciones desarrolladas en el programa y anticipa problemas o dificultades potenciales para que con el apoyo debido puedas superarlos. Algunos consejos, como comer cada 3 horas, aumentar el consumo de fibra, proteína y grasas buenas, y beber agua/tés/infusiones a lo largo del día, son estrategias que garantizan saciedad a la vez que reconfortan.

  1. Haz un diario alimenticio

Pensar más sobre lo que vas a comer te ayudará a ser más consciente de tu alimentación y te permitirá organizarte mejor.

  1. Ten una buena relación con la comida

No le atribuyas un valor simbólico a la comida ni la uses como recompensa, castigo o sustituto de cariño y consuelo. ¡Las necesidades emocionales se satisfacen con sentimientos!

Recuerda siempre que el hambre viene del estómago. Cuando este está vacío, suena. El hambre emocional y sus correspondientes ganas de comer vienen del cerebro. No existe ningún síntoma gástrico. Siempre que tengas hambre evalúa si tienes verdadera hambre o simplemente ganas de comer. Te garantizamos que esto te ayudará a tener un mayor control sobre la comida.

Nota: No todos los casos son iguales, y el hambre emocional podría ser un problema psicológico y nutricional a la vez. En estos casos, recomendamos que se considere la guía por parte de un especialista en el área de la psicología.